Miro el reloj y ...( It scares me so, that I can hardly speak). Comienzo a mutilarme. Éso sí, querido. Por partes, por supuesto. Primero taladro mis breves uñas. Oh, no... vaya que el tiempo en verdad es demasiado rápido para aquellos que temen, estoy realmente jodida. Aún así. Siguen las orejas, auriculares adheridos. En verdad, deseo que mis timpanos exploten con nuestra canción. Debo de seguir. Un minuto es demasiado tiempo para desperdiciar. Mis pies no están quietos, maldición mis sentimientos tampoco; comienzan a contonearse sin parar. ¿Qué queda?. Me muerdo los labios, se hacen astillas mientras recuerdo la penúltima vez que hicimos el amor en esa casa cuyo número es quinientos y cinco. En verdad, no tengo la menor idea del porqué justamente ayer fui a dar junto con mi bicicleta a ése lugar. En fin. Mierda, me pica la nariz y a duras penas puedo continuar escribiendo, tengo las manos temblorosas y completamente heladas. ¿Puedo?, ¿Puedo sacarme los ojos? sería divertido y grato para ambos, así nunca más tendría porque doblegar mis rodillas al verte. No, creo que no es momento, hubiera sido agradable sacármelos ahora mismo, ya que andamos en eso de la auto.mutilación. ¿Sabes? Estoy considerando sí parar o terminar; y elegir con que parte de mi cuerpo continuar. Tampoco quiero desagraciarme, sé que no estás y todo eso. Pero tampoco acabaré conmigo, cariño no hablamos de manera literal. Bueno, eso si quizás deba cruzar las piernas y dejarlas ahí, no sé que vaya a pasar éste día. Luego pienso sí debo colocarle una mordaza a mi corazón, en verdad no quiero que hable demás. No ésta noche, no en tu cumpleaños. No quiero resbalar ni un centímetro más.
Lo siento querido, tendrás que escuchar mi voz en unos cuantos minutos. Y sí, te diré una y otra vez lo mucho que te extraño. Sé que me reiré como loca y luego, al colgar ambos pereceremos en el mismo mar.