miércoles, 9 de febrero de 2011

It's not your birthday anymore.

Miro el reloj y ...( It scares me so, that I can hardly speak). Comienzo a mutilarme. Éso sí, querido.  Por partes, por supuesto. Primero taladro mis breves uñas. Oh, no... vaya que el tiempo en verdad es demasiado rápido para aquellos que temen, estoy realmente jodida. Aún así. Siguen las orejas,  auriculares adheridos. En verdad, deseo que mis timpanos exploten con nuestra canción. Debo de seguir. Un minuto es demasiado tiempo para desperdiciar. Mis pies no están quietos, maldición mis sentimientos tampoco; comienzan a contonearse sin parar. ¿Qué queda?. Me muerdo los labios, se hacen astillas mientras recuerdo la penúltima vez que hicimos el amor en esa casa cuyo número es quinientos y cinco. En verdad, no tengo la menor idea del porqué justamente ayer fui a dar junto con mi bicicleta a ése lugar. En fin. Mierda, me pica la nariz y a duras penas puedo continuar escribiendo, tengo las manos temblorosas y completamente heladas. ¿Puedo?, ¿Puedo sacarme los ojos? sería divertido y grato para ambos, así nunca más tendría porque doblegar mis rodillas al verte. No, creo que no es momento, hubiera sido agradable sacármelos ahora mismo, ya que andamos en eso de la auto.mutilación. ¿Sabes? Estoy considerando sí parar o terminar; y elegir con que parte de mi cuerpo continuar. Tampoco quiero desagraciarme, sé que no estás y todo eso. Pero tampoco acabaré conmigo, cariño no hablamos de manera literal. Bueno, eso si quizás deba cruzar las piernas y dejarlas ahí, no sé que vaya a pasar éste día.  Luego pienso sí debo colocarle una mordaza a mi corazón, en verdad no quiero que hable demás. No ésta noche, no en tu cumpleaños. No quiero resbalar ni un centímetro más.

Lo siento querido, tendrás que escuchar mi voz en unos cuantos minutos. Y sí, te diré una y otra vez lo mucho que te extraño. Sé que me reiré como loca y luego, al colgar ambos pereceremos en el mismo mar.



¿Desterrar la tristeza?

Uno, dos, tres, seis, nueve, doce, veinticuatro, veintiocho, treinta y dos, sesenta y cuatro, sesenta y nueve. Continúa el patrón, quiero que mis pies exploten, que al menos algo en mí lo haga. Sí, estás en lo correcto; esos son los pasos que llevo. Caminando, esquivando escarpas, evadiendo lo que siento. Hurté dos chocolates del frasco de la abuela antes de salir ... sólo espero y no se de cuenta. Orgasmo bucal. Me detengo en la esquina siguiente y tomo el primer bus que pasa. Vaya que no tengo ánimo alguno. El chofer me sonríe, como si me conociera; tal vez de un viaje anterior. Lo miro con indiferencia y me echo al primer asiento libre que notan mis ojos. No espero mucho y me bajo. ¡Carajo! "Calle en reparación" y con la prisa que tengo en llegar y encerrarme. Camino dos méndigas calles demás, azoto la puerta y grito - ¡Ya llegué!- . Las horas pasan y pasan. El tiempo se hace demasiado largo para los que sufren. No parece ser una noche especial, hasta el momento. Ni mucho ni poco, una cena cotidiana y un film ordinario. Mi compañera se dirige hacía mí y se sienta en el catre donde estoy postrada. En seguida me percato que ella también puede percibir aquel aire pusilánime que yace junto a mí. No vale la pena siquiera fingir, no con ella. Coloco mi cabeza en sus piernas mientras ella enreda sus dedos en mi cabello. Me echo a llorar con la misma velocidad de las señoras que se cuelan en el mercado. Pasaron un par de minutos y mi boca no dejaba de escupir historias. El llanto cesaba poco a poco, lento; como el andar de una tortuga. Ella aún tenía los dedos enredados en mi cabellera, me dio un consejo y dejo de hablar. Todavía lo recuerdo: " Desgastate en el transcurso del día, quizás así puedas aligerar tus noches y de paso te libras de esas ojeras";  un sabio consejo, el consejo de mi madre. Siempre procurando cuidar mi belleza, así es ella. Y al final, el resto de la noche se disipo de recuerdos. Una pasión y un remolino de emociones por toda la habitación. Y con la necesidad que tenía de deshacerme de mi tristeza, de amarrarla a un papagayo y mandarla  a volar. Sólo pretendía erradicarla y no dejarla esparcirse dentro de mi ser. No quería que me tumbara, pero  ¿Cómo arrancarla desde la raíz y dejarla perecer en una cubeta? ¿Cómo destierras tristeza?.